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¿Cómo Puede Dios Ayudarte a Tratar con el Dolor Crónico,la Incapacidad y las Enfermedades – Segundo Programa

Hoy en El Programa de John Ankerberg: ¿Cómo Dios Puede Ayudarte a Tratar con el Dolor Crónico, la Incapacidad y las Enfermedades?

Dr. Michael Easley: Los creyentes en Cristo en el Occidente nos equivocamos en esto, pensamos que si hacemos algo bueno, Dios hará por nosotros, algo aún más grande, mejor y más nuevo, más saludable, más próspero, y así sucesivamente, pero cuando vas a pasarla mal, vas a sufrir.

Joni Eareckson Tada: Me encontraba asustada, pues había oído rumores de lesiones de la espina dorsal, sobre la tetraplejia, la parálisis, la rotura de cuello, por lo que estaba aterrorizada.

Locutor: Mis invitados son Joni Eareckson Tada, fundadora del ministerio internacional para personas discapacitadas, “Joni y Sus Amigos”, es autora de más de 70 libros, así como la anfitriona del programa de radio “Joni y Sus Amigos”, y tenemos también al Dr. Michael Easley, presidente emérito del Instituto Bíblico Moody. Michael es autor y pastor principal de la Iglesia Fellowship Bible en Brentwood, Tennessee. Te invitamos a que veas esta edición especial de El programa de John Ankerberg.

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Segundo Programa

John Ankerberg: Bienvenido a nuestro programa, como has escuchado, tenemos a dos grandes invitados con nosotros el día de hoy. Con nosotros está Joni Eareckson Tada y el  Dr. Michael Easley. Y vamos a hablar con Michael, y nuestro tema es fantástico, Michael se encuentra con un dolor crónico todo el tiempo, así como lo está Joni, y muchos de los que nos están viendo. ¿Qué haces cuando todos los apoyos están fuera de combate, y tu esposo no te puede ayudar, tu esposa no te puede ayudar, tu mejor amigo no te puede ayudar, tu médico no te puede ayudar, tus abogados no te pueden ayudar, y tu iglesia no te ayuda, y tú y Dios están solos? ¿Es ahí donde te encuentras ahora mismo?

Michael, quiero que nos cuentes tu historia de lo que te ha pasado en los últimos años. También quiero que sepan, que tú eres el responsable de que yo esté en 1.000 emisoras de radio todos los días. Ya que tu dijiste, “Ankerberg, tienes que hacer esto”. Escribimos juntos un libro, y antes de darme cuenta, lo estaba haciendo, y Dios ha usado eso y lo ha llevado por todo el mundo. Tú eres el responsable de eso. Pero, durante este tiempo, varias cosas han pasado, y quiero que nos cuentes lo que te ha sucedido.

Easley: Has comenzado diciendo que este es un “programa fantástico” pero el vivir con dolor crónico, en verdad, que no estoy de acuerdo, espero que no esté mal. (Riendo) En el año 2001, comencé a tener dolor en la cadera, yo jugaba al raquet-ball tres veces a la semana, tenía mi entrenador de pesas, estaba en muy buena forma a los 40 años. Y poco a poco descubrí que tenía problemas con mis lumbares, en lenguaje técnico un L-4-5 S-1. He tenido dos cirugías en esa zona y he vivido con dolor de ciática crónico en las piernas-en lo que se refiere al dolor.

Y luego, en el 2008, Cindy y yo hicimos lo que se llaman un viaje médico, ya que tenemos amigos en buenas posiciones, así que pudimos ir a ver a cinco médicos líderes sobre la columna vertebral en los EE.UU.. Y todos dijeron que en algún momento iba a necesitar una gran operación en la parte posterior de mi cuello, en la región cervical. Así que esa fue la buena y mala noticia. Y en todo ese proceso, viviendo con dolor crónico cuando los medicamentos y los médicos y todo el mundo tiene una opinión. Sabes, Cindy que es una esposa maravillosa, y sé que Ken es un notable esposo, pero hay cosas que tienes que hacer que son solo entre tú y Dios. Y es, ese lugar donde vives a solas con tu dolor, cuando los narcóticos ya no te ayudan; ni las drogas, y sabes, yo les llamo terapia de distracción. Ellos crean nuevas cosas para que apartes tu pensar del dolor, pero que en realidad no resuelven nada.

Ankerberg: Sí, recuerdo cuando eras presidente del Instituto Bíblico Moody, y todavía sigues siendo uno de los mejores conferenciantes que tenemos en Estados Unidos. Me gusta escucharte hablar, y así muchas otras personas, y te encontrabas viajando de un lado para otro, no podía mantenerme al día contigo, tenías de entre 10 a 15 reuniones al día cuando estabas en Moody, con todos esos estudiantes de Moody. Y recuerdo cuando tu dolor llegó y estabas tratando de tomar estas pastillas, que no te estaban ayudando, y te encontrabas en una perfecta agonía.

Easley: Bajé a unas 170 libras de peso, y necesitaba estar entre las 200 libras. Estaba con tantos narcóticos, pero ellos me mantenían activo, pero no podía conducir. Yo tenía que tener a alguien que me llevara a lugares debido al nivel de la medicación que tenía. Y recuerdo estar sentado en un sofá, no de manera cronológica, pero estaba hablando con Cindy sobre esto, y con lágrimas corriendo sobre mis mejillas, y sin control del dolor y la distracción de los medicamentos, y preguntándome, ¿Cómo puedo resistir esto? ¿Cómo seguir adelante? Y yo le dije, le dije: “Sabes, quiero saltar de un acantilado”. Ahora, yo no era suicida, no es que tenía intención de hacerlo, pero así es como te sientes cuando llegas a ese lugar. Y dices, no quiero vivir con esto. Señor, si esta es mi suerte, llévame a casa. Y ella me dijo algo; es uno de esos momentos determinantes. Ella dijo: “Sabes,…” Le dije: “¿Cómo, cómo puedo resistir esto? ¿Cómo seguir adelante, Cindy?” Y ella dijo: “Miro hacia atrás en nuestra vida, y Dios ha sido fiel hasta ahora. ¿Por qué Él no seguirá siendo fiel?”

Ankerberg: Sí, y una de las cosas que has dicho que me encanta y que me llamó la atención es que tú no le preguntaste a Dios, o no le dijiste, ¿Por qué ha sucedido esto en mi vida? No estabas preocupado del porqué de tu situación, pero te interesaba poder preguntar: ¿Cómo voy a poder sobrevivir con esta situación?

Easley: Entras en la sala de espera de un médico especialista en dolor y te encuentras con una diversidad de personas en diferentes etapas de dolor. Y en verdad, no le había preguntado a Dios por qué. Pues, no culpaba a Dios por lo mío, ya que tengo unas muy buenas respuestas teológicas para mí mismo, y eso me distraía, y decía, está bien, pero Señor, ¿Cómo puedo vivir con esto? ¿Cómo hago para vivir el día a día? ¿Cómo no tratar a mis hijos con brusquedad, a Cindy injustamente y ser pesado con la gente con la que trabajo y fastidioso con la gente en las reuniones? Porque cuando estás en ese nivel de dolencia, es una molestia constante. Es como un reóstato, puedes reducir el dolor, y puedes seguir intentando cosas nuevas, es un lugar difícil para vivir, pero mucha gente logra controlarlo. Así que la pregunta es, Señor, y lo digo a menudo, no estoy pidiendo un milagro; pero me gustaría tener una fe inamovible. ¿Sabes? A Lázaro se le concedió un milagro, fue resucitado de entre los muertos. Pero, de todas maneras tuvo que morir de nuevo. Siempre pensé que era una especie de mal trato. Así que, ¿Cómo puedo vivir entre hoy y el final de mis días?

Ankerberg: Cuando saliste de la operación, incluso antes de que entraras a la operación, hablamos. Y te dije, sí eres capaz de caminar, si eres capaz de levantarte, podrás hablarme de lo que te harán en un minuto, de hecho, le dije, pronto tienes que ir al campo de retiro de Billy Graham y vas a hablar allí. Y vas a hablar, probablemente, a las personas acerca de lo que Dios te mostró después de esto. Y vas a compartir con ellos; luego vas a venir aquí. He escuchado tus sermones; fueron fabulosos, y quiero que añadas lo que estabas hablando con esas personas de lo que pasó. Dices que tomas, y nombras todas esas pastillas, y quiero que las menciones, pues las personas saben de estas pastillas, y ellas ya no te ayudan, Y tu dijiste, que te volviste a Jesús. Y quiero saber, ¿Qué significa eso? ¿De dónde te salió eso? Explícalo.

Easley: Sí, hay probablemente dos pasajes muy importantes, y Joni hizo referencia a ellos en el último programa, de cuando los discípulos estaban tratando de dejar a Cristo porque Sus demandas estaban siendo demasiado duras, Él se vuelve a los 12 y les dice: “¿No querrán ustedes irse también?” Y es una gran imagen de la humanidad de Jesús y la realidad de las personas a Su alrededor. Y Pedro dice: “Señor, sólo Tú tienes palabras de vida eterna. ¿A dónde más vamos a ir?” Y así se llega a la encrucijada en la que cuando “el Opana, la Oxycontin, la Lyrica, la Gabapentina y la Celebrex y cualquier otra cosa que te den ya no son lo suficiente. Y el pasaje de Hebreos ha sido un pasaje vital para mí, ¿Sabes?,

y es que tenemos un sumo sacerdote, y me encanta lo que el autor de Hebreos dice aquí, es que tengo un sumo sacerdote que entiende por lo que he pasado.

Ankerberg: Permite que lea eso, y vamos a ponerlo en la pantalla para que la audiencia lo vea, y entonces podrás comentar lo que quieras. Hebreos 4:14-16 “Teniendo, pues, un gran Sumo Sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe.

Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna”. Ahora, explícanos esto.

Easley: Bueno, para mí, John, cuando empecé a estudiar este pasaje, y a memorizarlo cuando me estaba recuperando de las cirugías y el dolor, sabes, el darme cuenta que tengo un sacerdote, el gran Sumo Sacerdote. Un sacerdote es un intercesor. Y tanto en el Antiguo y Nuevo Testamento, tenemos el gran Sumo Sacerdote, así que se nos da la representación de alguien que ha pasado a través de los cielos a un lugar celestial, Jesús, el Hijo de Dios.

Así que lo primero que me dice, es que tengo a alguien que entiende mi situación. De hecho, el autor continúa diciendo que Él se compadece con nosotros. El compadecer no sólo significa “sentir con”, sino que Él está dentro con nosotros; la palabra: “sumpathes” y hablamos de empatía y compasión—el sentir lástima, o sentir con; Cristo se identifica por completo. Así que tenemos un abogado, este sacerdote que entiende completamente el dolor crónico, la depresión, el desánimo, las heridas de un ser querido que se ha ido, la pérdida de un niño—el mayor dolor creo que podríamos enfrentar. Toda la lista de cosas en la vida que nos sucede, MS, las enfermedades, Él las entiende. No hay ninguna emoción que Él no comprenda. Y, para mi cerebro teológico, es difícil de comprender, pero es cuanto más digo, que la clase de sacerdote que tenemos, lo entiende todo.

Y luego dice, “retengamos nuestra fe”. Así que esto me dice, ¿Qué es lo que crees? Y cuando se te quitan las ayudas, ¿Retengo firme lo que digo creer, sin importar lo que mi experiencia me diga? Mi experiencia rara vez se alinea con mi teología, mi experiencia me dice que dude de Dios, que dude de la iglesia, que dude de la gente de Dios. ¿Por qué estoy en esta situación, donde nada parece salir bien? Tiene que haber una forma de controlar el dolor, Señor, no quiero ser un gruñón, no quiero que sea desagradable estar conmigo. Pero Él se compadece de nosotros. Tengo un amigo cirujano ortopédico que me dijo que en la parte posterior de mi cuello, tenía siete vértebras C que se habían pegado la C-3, 4, 5, 6, 7 y la T-1. Ellos sacaron todos los discos, y pusieron barras, pines, huesos y placas, y quién sabe qué más. Y es probable que pusieron hasta una cara sonriente por allí. No sé qué más pusieron en mi columna.

Ankerberg: Prácticamente, tuvieron que hacer eso para salvar tu vida.

Easley: Prácticamente me iba a quedar en una silla de ruedas. Y me dijeron: o te haces esta operación o quedarás tetrapléjico. Y así, al darme cuenta de la opción que tenía dije: “Voy a hacerme la cirugía”. Pero luego, después de esto viene la recuperación de la cirugía, la cual es muy larga. Y hablé con todos estos médicos; y todos tenían una opinión. Los cirujanos, hacen cortaduras para ganarse la vida. Tengo un amigo en Virginia que hace este tipo de cirugía para ganarse la vida, y él también tiene el mismo problema que yo tengo, la enfermedad degenerativa de disco y estenosis espinal. Así que lo llamé y le pregunté: “¿Qué debo de hacer?” Yo le doy mi enfoque ABC y él dice, “Absolutamente no te la hagas, esto es lo que tienes que hacerte y por qué”. Así que yo le dije: “Muy bien, Tom, voy a hacer lo que me dices que haga”, ya que él tiene los mismos síntomas que yo tengo. Él lleva a cabo estas cirugías para ganarse la vida y está siguiendo muy de cerca mi situación, y él no quiere que me haga esta cirugía, debido a que los resultados no son un 100% viable. Confío en él más que cualquier otro médico, porque él conoce los aspectos quirúrgicos; él tiene el mismo dolor; y él realiza esta operación en personas. Él puede compadecerse de mí de una manera…

Ankerberg: Él lo comprende.

Easley: Él lo comprende. Cristo lo comprende. Y no hay un problema o un dolor o una decepción que tengamos en la vida que este Sumo Sacerdote no lo comprenda. Por lo tanto, acercarte a ese trono de la gracia.

Ankerberg: Bien, quedémonos con ese pensamiento, vamos a seguir con ello, vamos a tomar un descanso, y vamos a volver a esto: Sí, es maravilloso saber que tenemos un Sumo Sacerdote. Ahora, ¿cómo esto se aplica a tu vida? De acuerdo, ¿Cómo ha funcionado en tus trágicas experiencias? ¿de acuerdo? ¿Cómo es cuando lo único que queda eres tú, Dios y una tonelada de dolor? Bien, hablaremos de eso cuando regresemos, quédate con nosotros.

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Ankerberg: Muy bien, estamos de vuelta. Estamos hablando con Joni Eareckson Tada y con el Dr. Michael Easley. Y Michael nos cuenta sobre el dolor que está viviendo de forma constante, y a dónde se vuelve para buscar ayuda. Y buscas a Jesús. Y dices que es Él, el gran Sumo Sacerdote que se compadece de nuestras debilidades. Cuéntanos un poco más.

Easley: Sabes, el vivir con dolor crónico, es difícil definirlo. Ellos te dan esta escala del 1 al 10, sabes, es como saltar por un acantilado, el 1, es que estás bien. Y en mi situación, yo me muevo entre el 6, 7 y 8. Si puedo bajar al 6, estoy dando gracias a Dios y me siento bien. Es algo ambiguo, pero llegas a conocerte a ti mismo. Le digo a la gente, que cuando tienes que parar e ir a tomar ibuprofeno debido a un tu dolor de cabeza muy fuerte, sólo 

que en mi caso lo multiplico por unos 10 o 12 veces más, y eso es como un indicador de cómo vivo. Aprieto mis dientes, me veo más viejo, mis hijos dicen “Papá, te ves muy viejo en comparación como te solías ver”. “Gracias por ese estímulo”. Pero con el tiempo se hace evidente.

Pero el reconocer lo que Cristo es, Él es Dios, Él es el Dios encarnado, el Dios-hombre que sufrió. Él tuvo cansancio, tuvo hambre, fue crucificado, soportó castigos. Y el darme cuenta que es mi Sumo Sacerdote y que también sufrió un trauma físico más allá de nuestra comprensión, y un trauma de separación espiritual que desafía la comprensión teológica. Así que cuando pensamos en que tenemos a este Sumo Sacerdote, me imagino-con una santificada imaginación: Cristo cargó mis culpas, las de Joni, por las tuyas, y que está intercediendo ante Su Padre por nuestras culpas. Y sólo ese hombre-encarnado puede “sumpatheo”, compadecerse. Él conoce nuestras debilidades.

Así que cualquiera que sea tu enfermedad, a lo mejor sea la esclerosis múltiple o un trastorno neurológico, o bien un trastorno hepático, demencia, Alzheimer, un dolor crónico, Él lo sabe. Él sabe todo sobre nuestra situación. Y podemos replantear nuestra imagen de este Cristo, no como una deidad en el cielo, sentado en un trono, sino como el Dios-hombre completamente Dios y completamente hombre intercediendo por nosotros delante de Su Padre. Y saber que Su Espíritu de alguna manera me habita; No entiendo todo eso, pero Él mora en mí. Y entonces yo, como hijo de Dios, como un hijo del Rey, en conexión a través de Él, a través de Su Espíritu a Cristo, a través de Su comunión con el sufrimiento, al Padre, puedo entrar a la sala del trono.

Ankerberg: Permítanme usar una ilustración. Estaba leyendo unos comentaristas y uno de ellos decía, “Imagínense dos pianos en perfecta sintonía, si tocas una sola nota en un piano, y esa misma nota en el otro el piano comenzará a resonar. Jesús es el hombre perfecto, que nos entiende, Él se compadece de nosotros. Y cuando sentimos dolor, Él resuena con nuestro dolor. Él resuena con lo que estamos sintiendo”. Y así seguidamente.

Easley: “Ninguna tentación nos ha sobrevenido, que no sea común al hombre”. Y podríamos ir a través de todos los Salmos, los Salmos mesiánicos, donde Él está clamando por ayuda en Getsemaní, donde Él está clamando por ayuda en la cruz “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” Y yo creo que sobre-espiritualizamos que, en cierto sentido, hacemos de Cristo, sabes, un Hombre de Acero, un Superman. Él es totalmente Dios y totalmente hombre. Nunca lograremos entenderlo. Pero el totalmente hombre, tenía que ser humano para experimentar lo que es pagar por nuestros pecados. Ser capaz de morir, Él tiene que ser totalmente hombre. Y tiene que ser totalmente Dios para resucitar de eso, a la vida. Así que, para replantear nuestra visión de Cristo, y para saber cómo Él vive en nosotros, y yo no entiendo mucho, John, pero de alguna manera hay una conexión allí.

Cuando estoy en mi peor momento, tengo tres cosas en un túnel oscuro. Estoy yo, Dios y el dolor.

Ankerberg: Muy bien, ahora la pregunta es: Él te dice que hagas algo al respecto. Y dices que cuando las píldoras no funcionan y ninguno de los medicamentos, ya no te ayudan, tú corres a este lugar. ¿Por qué?

Easley: No tengo adónde ir. No tengo otro lugar a donde ir, así que me acerco a Él. ¿De qué sirve tomar más medicamentos, que pueden o no ayudarte? Si lo hacen, bien, pero si no lo hacen. Y para no convertirme en un deprimido clínicamente, volverme en un desmoralizado; Señor sólo Tú tienes palabras de vida. Así que me siento atraído a este Sumo Sacerdote. Y es en este escenario, que recibo dos cosas, el autor de Hebreos dice: Recibir misericordia y gracia en tiempo oportuno.

Ankerberg: Él dice que tenemos que acercarnos al trono de la gracia, para recibir… y hacerlo con confianza, Michael.

Easley: Sí, así es.

Ankerberg: Para que puedas recibir estas dos cosas. ¿Qué son esas dos cosas?

Easley: La gracia, me gusta definirla un poco diferente de lo que a menudo se escucha. Yo, yo digo que es el favor inmerecido en vista a un castigo merecedor. Debido a que la gracia no es sólo esta cosa que Dios nos da; ya que todos merecemos la ira de Dios. Estamos en un tren de carga que va al infierno sin freno de mano, sin conductor; no hay nadie para detenerlo. La gracia es el favor inmerecido en vista de la ira merecida. La misericordia es el castigo retenido o suspendido. Así que, si mi hijo de casi 18 años de edad quiere conducir un automóvil y tiene malas notas, mala actitud; él está en problemas, y si le doy un auto nuevo, un juego de llaves y una tarjeta de crédito, eso sería gracia. (risas) Pero si le doy misericordia, y digo, sabes qué, estás notas no están bien, quiero que hagas esto, esto, y esto; Yo estoy siendo misericordioso. Podrás usar el auto solo para ciertas cosas. Así que la gracia es un favor inmerecido en vista de un castigo merecido. Y la obtenemos posicionalmente. La misericordia es cuando Él suspende el castigo, o suspende las consecuencias. Si Él no fuera misericordioso, todos seríamos tostados en cualquier momento.

Ankerberg: Ya que pecamos todos los días.

Easley: Todos los días, todo el tiempo, y si no crees que pecas todos los días, estás en un gran peligro.

Easley: Porque estamos… llenos de acciones, pensamientos, miradas, lujuria, avaricia, codicia, y todas las cosas con las que luchamos todos los días. Así que la misericordia tiene que ver con un castigo que se suspende; y eso es, por supuesto, tratado en la cruz. Así que

para entender estás dos y saber cuándo estoy a punto de saltar del acantilado, metafóricamente, tengo un lugar a donde ir, puedo aislarme o lo único que puedo decir es, “Señor, tengo que acercarme a Ti con confianza, puesto que mi experiencia me dice lo contrario. Pero voy a acercarme a Ti”. ¿Por qué dice el autor? “Ven a Él, mantén firme tu confesión” La tendencia es decir: “Dios, no estás jugando justo; por qué no me contestas, no me estás ayudando. Esas otras personas están siendo bendecidas, y no me bendices a mí”. Y eso es una espiral que no conduce a ninguna parte, es por eso que no le pregunto a Dios por qué, más bien le pregunto cómo. Dame la fe, el valor, la gracia, la tenacidad para levantarme de la cama, para comenzar a movilizarme, y confiar en Ti por fe.

Ankerberg: Tienes una buena ilustración de un amigo que fue atornillado a una mesa cuando le hicieron una resonancia magnética a causa de una enfermedad que tenía, y a él se le dio “gracia, en el momento oportuno”. Cuéntanos sobre eso.

Easley: Él tenía cáncer de cerebro, glioblastomas, astrocitomas en su cerebro. Tal vez le quedaba un año de vida, a lo mejor un poco más.

Ankerberg: Sí, él tenía un G-4, por lo que estaba en una situación difícil.

Easley: Un G-4, una radiación gamatizada, ellos hacen una máscara y se te atornilla a una mesa. Y tenía una herramienta para este cáncer cerebral. Él se había memorizado una sección de las Escrituras que recitaba. Y lo pusieron en esta cámara y atornillaron la cabeza a la mesa. No podía moverse. Y él dijo: “Michael, me picaba la nariz como no te lo puedes imaginar, y voy a estar en este tubo durante media hora”. Y él dijo: “No puedo salir de esto, no puedo alzarme, ni hacer algo al respecto. No puedo parar este procedimiento”. Y él dijo, “Estoy orando como un loco: ‘ Señor, necesito Tu gracia en este momento, la gracia necesaria para este momento'”. Y sigue diciendo, “Yo no soy un teólogo experimentado, pero quiero que mi nariz deje de picar”.

Y estoy seguro que Joni y yo podríamos compartir historias de cómo se llega a ese borde donde simplemente no crees que puedes durar más, y aparece algo, algo sucede, tal vez es un versículo, tal vez es sólo un pensamiento; tal vez algo se detiene, pero llegas a ese  límite y creo que “ninguna tentación nos  vencerá, pero la que es común al hombre”. Pero, sabes, a veces Él no viene cuando queremos, pero Él viene justo a tiempo. Y eso es lo que significa tener una fe inamovible. Mi experiencia me va a decir lo contrario de mi Dios. Y cuando estoy con el dolor y estoy desanimado y deprimido y estoy cansado de esto, sólo, regreso aquí, me acerco, me aferro a lo que creo, con confianza vengo a Él. Señor, necesito un descanso, necesito descansar.

Ankerberg: Muy bien, la semana que viene, vamos a seguir hablando de esto y Joni y Michael van a formar equipo para esto, y vamos a hablar de la depresión y el desánimo, junto con el dolor crónico. Porque cuando tienes una enfermedad y tienes este dolor

constante, ¡vaya!, es fácil desanimarse y es fácil estar deprimido. Y ambos han estado allí. Y muchos de nuestros amigos que nos están viendo están allí ahora mismo. Amigos, únete a nosotros la próxima semana, vamos a hablar de estos temas.

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