
INTRODUCCIÓN A LA PROFECÍA BÍBLICA | PARTE 1
Introducción: La Profecía Bíblica
por el Dr. John Ankerberg, el Dr. John Weldon
Alguien dijo una vez: “Todos deberíamos preocuparnos por nuestro futuro porque tendremos que pasar el resto de nuestras vidas en él”.
En la versión cinematográfica Time Machine (La máquina del tiempo) de H.G. Wells, “George” (Rod Taylor) iniciaba un increíble viaje que le transportaría muy lejos en el futuro. Si vio esa intrigante película, quizá recuerde que le cautivó. Mientras este intrépido aventurero se sentaba en su máquina del tiempo, podía ver literalmente cómo pasaba el tiempo: las horas se convertían en días, los días en años, los años en décadas y las décadas en siglos y cientos de siglos. Como era capaz de saltar al futuro lejano, podía contemplar el “destino” de la humanidad.
Tal vez algunas cosas que nos resultan imposibles de imaginar, y mucho menos de conseguir, sean realmente posibles en otras circunstancias. Por ejemplo, ¿quién podría negar que Dios—si quisiera—podría transportar a la gente al futuro y revelarles lo que sucedería? El propio Jesús comentó una vez en un contexto diferente: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:27, cf. Lucas 1:37).
Quizá la verdad sobre los “viajes en el tiempo” sea tan sorprendente como en la novela de H. G. Wells. Quizá unos pocos elegidos de la historia hayan sido realmente “transportados al futuro”, por así decirlo, y hayan vivido para contarlo. En esencia, esto es justo lo que Dios hizo con varios profetas y apóstoles bíblicos. A Ezequiel, Daniel, el apóstol Juan y otros se les mostraron eventos que tendrían lugar en el futuro y/o en el fin del mundo. ¿Imposible? La única pregunta es si la evidencia de tal afirmación es convincente.
Los escritos de estos profetas estaban “constantemente orientados en torno a temas predictivos…. los profetas ‘consideraban la predicción del futuro como la esencia de su función’”.[1]
Para H. G. Wells, el futuro de la humanidad era a la vez aterrador y esperanzador. Este es también el futuro de la humanidad visto por los profetas bíblicos. Y este futuro puede tener más relevancia para nosotros personalmente de lo que pensamos.
¿Quién podría negar que el futuro nos afecta a todos? ¿Qué hombre o mujer vivo diría que su futuro no es importante? Por eso, millones de personas acuden a astrólogos y otros adivinos, porque creen que pueden predecir con exactitud su futuro o su destino. Por desgracia, estos métodos adivinatorios no sólo son poco fiables, sino que tienen consecuencias. Vea nuestra Enciclopedia de las Creencias de la Nueva Era (Harvest House, 1996).
Por otra parte, los antiguos profetas hebreos hicieron predicciones sorprendentes sobre el futuro, predicciones que deberían sorprender a cualquiera. La mayoría de estas predicciones ya se han hecho realidad y no hay razón para creer que ninguna de sus profecías vaya a fallar.
En la Biblia, Dios declara claramente que puede predecir con exactitud el futuro. Hablando a través del profeta Isaías, hizo cuatro declaraciones sorprendentes:
En primer lugar, Dios dice que sólo Él es Dios y que lo que predice que sucederá, ciertamente lo llevará a cabo. “¿Con quién vas a compararme… para que seamos parecidos?… Yo anuncio el fin desde el principio, desde los tiempos antiguos, lo que está por venir. Yo digo: Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo…. Lo que he dicho, haré que se cumpla; lo que he planeado, lo realizaré” (Isaías 46:5, 10-11). Antes de que tal acontecimiento ocurra, Dios afirma que ya lo ha anunciado. “Las cosas pasadas se han cumplido, y ahora anuncio cosas nuevas; ¡las anuncio antes que sucedan!” (Isaías 42:9, énfasis añadido).
En segundo lugar, Dios enfatiza que ha declarado sus predicciones abiertamente a todo el mundo y que lo que habla sobre el futuro es cierto y ciertamente tendrá lugar. Por el contrario, los que confían en falsos dioses pueden afirmar que predicen el futuro, pero nunca se han dado pruebas de tal afirmación. Dios dice:
No he hablado en secreto, desde algún lugar de la tierra de las tinieblas;… Yo, el Señor, declaro lo que es justo;… Reúnanse, fugitivos de las naciones;…. y oran a dioses que no pueden salvar. Declaren y presenten sus pruebas, deliberen juntos. ¿Quién predijo esto hace tiempo, quién lo declaró desde tiempos antiguos? ¿Acaso no lo hice yo, el Señor? Fuera de mí no hay otro Dios….He jurado por mí mismo, con integridad he pronunciado una palabra irrevocable (Isaías 45:19-23).
El mundo religioso actual ofrece a los hombres y mujeres un sinfín de dioses diferentes a los que pueden rendir su lealtad. Pero, ¿qué dios deben elegir? ¿Cómo pueden saber quién es el Dios verdadero? Un propósito central de la profecía bíblica es mostrar a los hombres y mujeres quién es el único Dios verdadero,[2] “Así todos los pueblos de la tierra sabrán que el Señor es Dios, y que no hay otro” (1 Reyes 8:60; cf. versículos 1-59):
…el hecho de la profecía predictiva trae, en primer lugar, gloria a Dios; porque cada predicción atestigua la sabiduría y la soberanía de su Autor sobre el futuro. Como dijo Isaías a los israelitas de su tiempo, “¿Quién lo ha declarado desde el principio, para que digamos que tiene razón?”… Las predicciones señalan Sus poderes, en contraste con los de cualquier rival concebible;… Cuando Josué habló con fe y predijo el milagro de la interrupción de las aguas del Jordán (Josué. 3:13), aseguró a su pueblo: “Ahora sabrán que el Dios viviente está en medio de ustedes” (v. 10); y a este fin contribuyó la propia predicción, al igual que el posterior milagro.[3]
En tercer lugar, Dios mismo desafía a la gente, incluidos los supuestos dioses en los que confían, a comparar sus predicciones con todas las demás. Una vez más, enseña que Su conocimiento del futuro es prueba de que sólo Él es el Señor. Nadie más ha hablado de las cosas que vendrán (Isaías 41:20-27).
Dios nos informa que tiene muchos testigos de sus predicciones, y enfatiza una y otra vez que sus profecías del futuro demuestran que sólo Él es Dios.
Como los falsos profetas y sus dioses no pueden presentar pruebas de sus supuestos poderes de predicción, Dios incluso se burla de ellos:
Que se reúnan todas las naciones y se congreguen los pueblos. ¿Quién de entre ellos profetizó estas cosas y nos anunció lo ocurrido en el pasado? Que presenten a sus testigos y demuestren tener razón, para que otros oigan y digan: “Es verdad”. “Ustedes son mis testigos”,—afirma el Señor, “….para que me conozcan y crean en mí, y entiendan que yo soy. Antes de mí no hubo ningún otro dios, ni habrá ninguno después de mí. Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay ningún otro salvador.… Ustedes son mis testigos”—afirma el Señor—, y yo soy Dios.… Yo soy el Señor, que ha hecho todas las cosas,…Yo frustro las señales de los falsos profetas y ridiculizo a los adivinos; yo hago retroceder a los sabios y convierto su sabiduría en necedad. Yo confirmo la palabra de mis siervos y cumplo el consejo de mis mensajeros….” (Isaías 43:9-12; 44:24-26, énfasis añadido).
“…para que la gente vea y sepa, y considere y entienda, que la mano del Señor ha hecho esto,… Expongan su caso” —dice el Señor—; “presenten sus pruebas …. Acérquense y anuncien lo que ha de suceder…. ¡Cuéntennos lo que está por venir!…. Digan qué nos depara el futuro; así sabremos que ustedes son dioses…. Miren, ustedes no son nada…. ¿Quién lo anunció desde el principio, para que lo supiéramos? ¿Quién lo anunció de antemano, para que dijéramos: “Tenía razón”? Nadie lo anunció ni lo proclamó; nadie les oyó proclamar mensaje alguno. Yo fui el primero en decirle a [ti]” (Isaías 41:20-24, 26, 27).
¿Por qué hizo Dios todo esto? Dios lo hizo para que incluso los escépticos y obstinados no tuvieran excusa para rechazar sus predicciones.
Desde hace mucho tiempo anuncié las cosas pasadas. Yo las profeticé; yo mismo las di a conocer. Actué de repente, y se hicieron realidad. Porque yo sabía que eres muy obstinado; que tu cuello es un tendón de hierro, y que tu frente es de bronce. Por eso te declaré esas cosas desde hace tiempo; te las di a conocer antes que sucedieran, para que no dijeras: “¡Fue mi ídolo quien las hizo!”;… Lo has oído; míralo todo. Y ustedes, ¿no lo declararán? Desde ahora te haré conocer cosas nuevas; cosas que te son ocultas y desconocidas.…. Hasta hoy no habías oído hablar de ellas, para que no dijeras: “¡Sí, ya las sabía!” (Isaías 48:3-7).
Además, Dios advirtió enfáticamente a los hombres que no hablaran presuntuosamente del futuro en su nombre: “Pero el profeta que se atreva a hablar en mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir morirá. La misma suerte correrá el profeta que hable en nombre de otros dioses” (Deuteronomio 18:20).
Cuando la gente se preguntaba cómo discernir si Dios era el autor de un mensaje profético o no, Él les dijo claramente “Tal vez te preguntes: “¿Cómo podré reconocer un mensaje que no provenga del Señor?” Si lo que el profeta proclame en nombre del Señor no se cumple ni se realiza, será señal de que su mensaje no proviene del Señor. Ese profeta habrá hablado con presunción. No le temas” (Deuteronomio 18:21-22, énfasis añadido).
De hecho, debido a las consecuencias de llevar a la gente por el mal camino, Dios advierte que Él mismo estará en contra de cualquiera que afirme falsamente ser Su profeta. Obviamente, esto no presagia nada bueno para los muchos líderes religiosos de hoy en día que afirman falsamente ser el profeta de Dios y hablar sus palabras, los “profetas” mormones y la Sociedad Watchtower de los Testigos de Jehová son ejemplos contemporáneos: “Sus visiones son falsas, y mentirosas sus adivinaciones. Dicen: ‘Lo afirma el Señor’, pero el Señor no los ha enviado; sin embargo, ellos esperan que se cumpla lo que profetizan…. Por tanto, así dice el Señor omnipotente: A causa de sus palabras falsas y visiones mentirosas, aquí estoy contra ustedes. Lo afirma el Señor omnipotente” (Ezequiel 13:6, 8).
Pero es importante notar que también es posible que un falso profeta pueda ocasionalmente predecir con exactitud el futuro o realizar un milagro. Estos son milagros falsos, es decir, demoníacos, que se originan en el mundo sobrenatural de los espíritus mentirosos que la Biblia identifica como demonios.
En estos casos Dios instruye:
Cuando en medio de ti aparezca algún profeta o visionario, y anuncie algún prodigio o señal milagrosa, si esa señal o prodigio se cumple y él te dice: “Vayamos a rendir culto a otros dioses”, dioses que no has conocido, no prestes atención a las palabras de ese profeta o visionario…. Condenarás a muerte a ese profeta o visionario por haberte aconsejado rebelarte contra el Señor tu Dios,… (Deuteronomio 13:1-3, 5, énfasis añadido).
Una vez más, las muchas profecías falsas como las hechas por los líderes de los Testigos de Jehová y el mormonismo demuestran que estas religiones no son de Dios. Su larga historia de oposición a Dios y a Su Palabra demuestra que sus lealtades están en otra parte. Desafortunadamente, al ofrecer dioses falsos a otros, han predicado la rebelión contra el único Dios verdadero. (Vea Los Hechos Acerca de los Testigos de Jehová y Detrás de la Máscara del Mormonismo (Behind the Mask of Mormonism) (Harvest House) para documentación y estudios adicionales.)
Nuestra discusión anterior demuestra que Dios afirma en la Biblia que predice con precisión el futuro. Sus predicciones deben ser juzgadas en base a su exactitud y Él enfatiza que su exactitud será nada menos que del 100%. Dios nos dice que Su profeta “se le reconoce como profeta verdaderamente enviado por el Señor solo si se cumplen sus palabras” (Jeremías 28:9, énfasis añadido) porque “yo cumpliré con lo que digo. Lo afirma el Señor omnipotente” (Ezequiel 12:28).