
LA ORACIÓN DE UNA MADRE
Seguro que conoces la historia de Ana en el Antiguo Testamento. Puedes leer sobre ella en 1 Samuel 1. Para resumir la historia, Ana estaba casada con Elcana, que la amaba. Pero él tenía una segunda esposa, Penina, que la despreciaba. Aunque tal vez no conozcamos todas las razones del conflicto entre ambas, una cuestión salía a relucir una y otra vez: Penina tenía hijos y Ana no. Penina le echaba en cara eso a Ana en cada oportunidad, y parece que especialmente cuando iban al tabernáculo a presentar los sacrificios anuales. Veamos la oración de una madre en esta entrada del blog.
Elcana estaba consciente del problema, pero demostraba que realmente no entendía el dolor de Ana, ni tenía en cuenta el pensamiento prevaleciente de que ser estéril significaba ser maldecida por Dios. Leemos en 1 Samuel 1:8: “‘¿Por qué lloras, Ana?’, le preguntaba Elcana. ‘¿Por qué no comes? ¿Por qué estás desanimada? ¿Solo por no tener hijos? Me tienes a mí, ¿acaso no es mejor que tener diez hijos?”‘ Sí. Seguro de que eso no ayudó.
Así que un día encontramos a Ana en el tabernáculo, clamando a Dios. Oh, ¡si tan sólo pudiera tener un hijo! Si Dios le quitara la maldición y abriera su vientre. Versículo 11: “E hizo el siguiente voto: ‘Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, si miras mi dolor y contestas mi oración y me das un hijo, entonces te lo devolveré. Él será tuyo durante toda su vida’,…”
Luego, para empeorar las cosas, el sacerdote, Eli, la vio llorando con profunda angustia y supuso que estaba borracha. Cuando se enfrentó a ella, Ana le explica lo que realmente está pasando, “‘¡Oh no, señor!’, respondió ella. ‘No he bebido vino ni nada más fuerte. Pero como estoy muy desanimada, derramaba ante el Señor lo que hay en mi corazón'”.
Una vez que Elí comprendió la situación, le dijo: “En ese caso,… ¡ve en paz! Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido”.
Y efectivamente, no mucho después de que Ana regresara a casa, se quedó embarazada, y pronto dio a luz a un hijo al que llamó Samuel, “Porque dijo: ‘Se lo pedí al Señor'”.
Y fiel a su voto, una vez que Samuel fue destetado, tal vez a los tres años de edad, Ana lo llevó consigo al Tabernáculo y se lo entregó a Elí.
“Cuando el niño fue destetado, Ana lo llevó al tabernáculo en Silo. Ellos llevaron un toro de tres años para el sacrificio, una canasta de harina y un poco de vino. Después de sacrificar el toro, llevaron al niño a Elí. ‘Señor, ¿se acuerda de mí?’, preguntó Ana. ‘Soy aquella misma mujer que estuvo aquí hace varios años orando al Señor. Le pedí al Señor que me diera este niño, y él concedió mi petición. Ahora se lo entrego al Señor, y le pertenecerá a él toda su vida’. Y allí ellos adoraron al Señor”. (1 Samuel 1:24-28)
Para Concluir Con la Oración de Una Madre
Al celebrar este año el Día de la Madre, recuerda la oración de Ana y su voto. Me pregunto si estás dispuesta a confiar tus hijos al cuidado de Dios, como hizo Ana, sabiendo que Él cuidará de ellos. Recuerda que “Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte.” (Salmo 127:3).