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Los Hombres de Nínive

“Los hombres de Nínive se levantarán con esta generación en el juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás,…” (Mateo 12:41).

El renuente profeta Jonás llegó finalmente a Nínive tras su encuentro con Dios en el vientre del pez (véanse los capítulos 1 y 2 de Jonás). Dios le había dicho a Jonás: “Ve a Nínive, la gran ciudad, y predica contra ella porque su maldad ha subido a mi presencia”. (Jonás 1:2). Pero Dios les dio una oportunidad a estos malvados. Envió a Jonás para que diera la voz de alarma.

Mientras Jonás recorría esta gran ciudad, gritaba el mensaje del próximo juicio de Dios sobre ellos: “¡De aquí a cuarenta días Nínive será destruida!” (Jonás 3:4). Y ocurrió algo extraño. Esta ciudad, la que era tan malvada que Dios quería destruirla, ¡respondió al mensaje! 

Los ninivitas no creían en el mismo Dios que Jonás. Estoy seguro de que tenían todo un panteón de dioses que adoraban regularmente. Sin embargo, había algo acerca de este Dios. Por lo tanto, el rey emitió una proclama a toda la gente de la ciudad:

E hizo proclamar y anunciar en Nínive por mandato del rey y de sus grandes: “¡Que hombres y animales, bueyes y ovejas, no coman cosa alguna! ¡No se les dé alimento ni beban agua! Cúbranse de cilicio tanto hombres como animales. Invoquen a Dios con todas sus fuerzas y arrepiéntase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. ¿Quién sabe? Si Dios desiste y cambia de parecer, y se aparta del furor de su ira y así no pereceremos”.  (Jonás 3:7-9)

Y Dios hizo precisamente eso. El versículo 10 nos dice: “Cuando Dios vio sus acciones, que se habían apartado de su mal camino, entonces Dios se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo”.

Dios extendió su gracia y misericordia a esta malvada ciudad, librándola de la destrucción que tanto merecía. 

¿Qué podemos aprender de esta historia?

Volvamos atrás y añadamos el resto de nuestro versículo clave: “Los hombres de Nínive se levantarán con esta generación en el juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás; y miren, algo más grande que Jonás está aquí”. (Mateo 12:41).

Los malvados e impíos hombres de Nínive respondieron a la llamada de Dios al arrepentimiento cuando escucharon la advertencia de Jonás. Se arrepintieron, y al hacerlo se ganaron la misericordia de Dios.

Pero la gente de la época de Jesús escuchó al propio Dios -Jesús- y aun así rechazó la llamada al arrepentimiento. Rechazaron a Jesús, rechazaron su mensaje y optaron por matarlo. Si hubieran respondido como los ninivitas, también habrían recibido la misericordia de Dios en lugar de su juicio.

Entonces, ¿esta historia indica que Dios cambia de opinión?

No. Tenemos indicaciones muy claras en las Escrituras de que Dios no cambia.

  • Malaquías 3:6 – Porque Yo, el Señor, no cambio; por eso ustedes, los descendientes de Jacob, no han sido destruidos.
  • Números 23:19 – Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho Él, y no lo hará? ¿Ha hablado, y no lo cumplirá?

Él debe castigar el pecado; no puede hacer otra cosa y mantener Su santidad. Mientras los ninivitas estuvieran en estado de maldad y rebelión, el castigo de Dios era inevitable. Pero se arrepintieron. Y al hacerlo, se trasladaron a un lugar donde Dios les mostró misericordia en lugar de juicio.

Él nos ha dado esa misma opción. Él nos dice en 1 Juan 1:9, “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”.Siempre, siempre, permanecerá fiel a Su naturaleza—Su naturaleza santa, justa, amorosa y misericordiosa—porque no puede hacer otra cosa: “Él permanece fiel, pues no puede negarse Él mismo” (2 Timoteo 2:13).

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